Wednesday, November 16, 2005

"El último lector": fuente de inspiración a este club


Iniciaré con la recomendación de un libro compartida por la colega Rosa Escobedo a principios del año.


Publica Mondadori una novela de David Toscana titulado "El último lector" que para quienes nos interesamos en las cuentiones de lectura resulta intersante y entretenido.

Parte de la reseña:
"El último lector" también es un libro a favor de la lectura, de los libros y de la biblioteca. Una novela a favor del ejercicio de la imaginación y de la crítica. Una novela que despierta en el lector un goce incomparable al constatar que tiene en sus manos un libro de impecable factura y que, sin embargo, al finalizar la lectura le quedan más ganas de saber qué ocurrió con ciertos personajes de ciertas novelas de ciertos autores que seguramente merecen condenarse, pero que sólo leyéndolos conoceremos sus pecados y aspiraciones, tales como los que apenas murmuran en "El último lector"



¿Alguien ya tuvo oportunidad de leerlo?

1 Comments:

At 08:33, Anonymous Anonymous said...

Todo aquél escrito que deja impregnado el pensamiento de un ser con una huella distinguible merece ser reconocido como tal, rayar en la ficción; por que toda la literatura es ficción, puesto que las mismas palabras son sólo sonidos e interpretaciones que tenemos de las cosas “todos somos mentirosos por el simple hecho de hablar” dijo alguna vez Eco.

Si bien “El último lector” no es una novela que nos demuestre fantasías, lugares maravillosos y comidas que requieren de un vocablo extendido hacia otros idiomas. No. Esta obra posee un estilo de realismo mágico. Aquél que lleva la vida cotidiana y sucesos del hoy por hoy a un nivel más descriptivo y con mucho más importancia, a la vez que no cosas de todos los días pasan de descubrimientos a tragedias.

El regio nos hace ver un pueblito, Icamole, sobre el cual el cielo se ha olvidado de regar y septiembre ya está bien entrado. Un día de esos el protagonista Remigio va a sacar agua del pozo, sólo para encontrarse con el cadáver de una niña de 13 años. Sorprendido acude a pedir ayuda a su padre Lucio - aquél que considera la literatura demasiado importante y siente que ya no le interesan los libros a la gente - para sepultar a la niña debajo de los aguacates y que sea su testigo; Remigio no ha matado a la niña sólo la encontró.

Si buscamos bien la estructura de este libro es algo entre lineal con unos pocos retrocesos para explicarte el qué pasó y pasar todavía más sobre la fantasía.

A mi punto de vista es un libro maravilloso pero extraño. El autor te va platicando sucesos, los cuales llega a comparar con otros libros por medio de los personajes y ya no sabes si están hablando del libro o de la vida real, o qué tal real puede llegar a ser el libro e incluso si la verdad es fantasía o las tres combinadas en diferentes partes.

En cuanto a argumento, me atrevería a decir que es el desarrollo de la fantasía en base a una realidad no cultivada en la literatura, la psicología de entender por qué son importantes los libros y sus temas, el qué entendemos por vida y literatura.

Más adelante aparece la madre de la niña Babette, aquella que ha muerto y se encuentra enterrada bajo los aguacates; Lucio pretende a Herlinda y logra quedarse con ella. La vida para este hombre no es más que otro libro que terminará de manera trágica.

Llueve en Icamole, por fin la sequía ha desaparecido y el presagio fue la encarcelación de Remigio al ser acusado de asesinato y llevado a declarar en mal estado, después de haber pasado un tiempo en la celda de la cárcel.
Me llama la atención la cita “El sabía que la literatura condena: los negros son arrojados de los puentes; los niños, enterrados; los ancianos, torturados; los pueblos mueren sin una gota de agua; la mujer amada se larga a Kaliningrado.” Por la devastadora realidad.

La literatura a este punto del libro es una mezcla de realidad con ficción: no sabes donde empieza una y termina la otra. Eso es en vista de que lo estoy tomando con el modelo de lectura de desplazamiento contextual, aquél que parte de la realidad y estudia como el emisor o escritor se desplaza hacia el espacio textual o texto.

Se puede observar desde el inicio que se presenta el personaje de Lucio, claramente mostrando dónde empieza una parte de algún libro para ser ejemplificada con la realidad (o viceversa) y conforme las páginas siguen avanzando, es un poco difícil desenredar los dos modos de pensar.

Este drama que parte de lo normal para pasar a lo trágico y terminar donde empezó, recuerda en lo particular a Pedro Páramo, pues el sentimiento del idealismo mágico, de tomar aquella realidad y convertirla hasta deformarle en algo que sea cautivante para el lector no es caso de todos los días. La mimesis que lleva el libro y ser comprendido como una tragicomedia habla por sí sola.

Los personajes que señalan culpable a Remigio son aquellas figuras que en la realidad nos acongojan, que nos prohíben ser nosotros, esos que señalan qué es lo correcto por que si no es de su agrado más vale que no lo hagas o te presentes como tal, analizando la obra con el modelo de lectura contextual me llevó a tomar en cuenta las palabras de Segre y citarlas, pues nos define el binomio comunicación-literatura al binomio opuesto literatura-comunicación y dividiendo por consiguiente su exposición en dos partes, escribía: «la primera [parte] aspira a mostrar con algún ejemplo, sobre un área cultural amplia y bien delimitada (la de las lenguas y literaturas románicas medievales), que la literatura no ofrece simplemente nuevos procedimientos descriptivos, sino que permite una sistematización global de nuestros conocimientos, hasta ahora encomendados de manera particular a disciplinas paralelas aunque no comunicantes. La segunda [parte] pretende sostener (y es éste el compromiso fundamental de todo el volumen) que una actitud y una experiencia comunicativas son indispensables para afrontar el estudio de códigos y sistemas culturales, de textos y contextos».

Que es precisamente lo que Toscana llevó a cabo.

Si bien no es un libro con gran contenido cultural en cuanto a palabras nuevas, expresiones, ni te informa sobre los hechos, el trasfondo es demasiado pesado; la ideología del autor nos pone a pensar sobre nuestra propia forma de pensar, si conocemos tales libros, si hemos leído en realidad antes o con su obra lo llevamos a cabo. O tal vez es que, simplemente, no toda la gente está hecha para leer. Es cierto, “la literatura condena”; pero se condena más la gente que en su vida le ha tocado.

 

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